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  • La abundancia de Dios es como un océano inmenso, tan vasto que no puedes agotarlo ni causar escasez a los demás. Puedes ir a este océano inagotable con sólo una pequeña taza y llevarte sólo esa pequeña taza de generosidad y bendición. O, si tienes fe suficiente, puedes coger un cubo y llevarte un cubo lleno. No hay diferencia para el océano. Tampoco importa la frecuencia con la que vayas. La abundancia siempre está ahí.