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El dolor y las pruebas son compañeros casi constantes, pero nunca enemigos. Me conducen a sus brazos soberanos. Allí Él toma mis decepciones y hace que todo sea para bien.
El dolor y las pruebas son compañeros casi constantes, pero nunca enemigos. Me conducen a sus brazos soberanos. Allí Él toma mis decepciones y hace que todo sea para bien.