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Cuando se trata de Cristo, tienes que hacer lo mismo. Llámalo loco, o corónalo como rey. Recházalo como un fraude, o declárale Dios. Aléjate de él, o inclínate ante él, pero no juegues con él.
Cuando se trata de Cristo, tienes que hacer lo mismo. Llámalo loco, o corónalo como rey. Recházalo como un fraude, o declárale Dios. Aléjate de él, o inclínate ante él, pero no juegues con él.