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  • Si la miraba a la cara, vería esos ojos embrujados y llenos de amor. Lo embrujado lo irritaría, el amor lo enfurecería. ¿Cómo se atrevía a amarle? ¿Acaso no era sensata? ¿Qué se suponía que debía hacer al respecto? ¿Devolverla? ¿Cómo? ¿Qué podían hacer sus manos callosas para hacerla sonreír? ¿Qué de su conocimiento del mundo y de la vida podía serle útil? ¿Qué podrían lograr sus pesados brazos y su aturdido cerebro para ganarse su propio respeto, que a su vez le permitiera aceptar su amor?