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El camino, como la cruz, es espiritual: es decir, una sumisión interior del alma a la voluntad de Dios, tal como se manifiesta por la luz de Cristo en la conciencia de los hombres, aunque sea contraria a sus propias inclinaciones.
El camino, como la cruz, es espiritual: es decir, una sumisión interior del alma a la voluntad de Dios, tal como se manifiesta por la luz de Cristo en la conciencia de los hombres, aunque sea contraria a sus propias inclinaciones.