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No nos dejemos cegar más por la tenue teología que sólo en la visión lejana descubre un milenio, cuando ya no se oirá la violencia en la tierra que devasta ni la destrucción en sus fronteras; sino veámosla ahora, cercana a la puerta que presta fe y confianza a nuestras esperanzas, asegurándonos que incluso nosotros mismos seremos instrumentos para proclamar la libertad a los cautivos.