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  • Golpeó la ventana con su cepillo de pelo repujado. Estaban demasiado lejos para oírla. El zumbido de los árboles estaba en sus oídos; el gorjeo de los pájaros; otros incidentes de la vida del jardín, inaudibles, invisibles para ella en el dormitorio, los absorbían. Aislada en una isla verde, rodeada de campanillas de invierno y cubierta con un edredón de seda fruncida, la inocente isla flotaba bajo su ventana. Sólo Jorge se quedaba atrás.

    Virginia Woolf (2007). “Selected Works of Virginia Woolf”, p.933, Wordsworth Editions