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Caía la noche. Los pájaros cantaban. Se me ocurrió decir que los pájaros estaban celebrando frenéticamente el final del día. Se manifestaban como las terminaciones nerviosas de colores brillantes de la Tierra, el descenso del sol las impulsaba a la actividad, las llenaba individualmente de néctar de vida, el néctar de vida pasaba luego al mundo, salía de cada pico, en forma del canto distintivo de ese pájaro, que era, a su vez, un accidente de la forma del pico, la forma de la garganta, la configuración del pecho, la química del cerebro: algunos pájaros bendecían la voz, otros maldecían; algunos chirriaban, otros se extasiaban.