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Amigos míos, pedid alegría a Dios. Alegraos como niños, como pájaros en el cielo. Y que el pecado de los hombres no os turbe en vuestros esfuerzos, no tengáis la hazaña de que amortigüe vuestro empeño e impida que se cumpla, no digáis: El pecado es fuerte, la impiedad es fuerte, el mal ambiente es fuerte, y nosotros estamos solos e impotentes, el mal ambiente nos amortiguará e impedirá que se cumpla nuestro buen empeño. ¡Huid de tal abatimiento, hijos míos! Sólo hay una salvación para vosotros: tomaros a vosotros mismos y haceros responsables de los pecados de los hombres.