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Pidan a Dios alegría. Alegraos como niños, como las aves del cielo. Y no dejéis que el pecado de los hombres os confunda en vuestras obras. No temáis que desgaste vuestro trabajo e impida su realización. No digáis: 'El pecado es poderoso, la maldad es poderosa, el mal ambiente es poderoso, y nosotros estamos solos y desamparados, y el mal ambiente nos está desgastando e impidiendo que nuestra buena obra se realice'. ¡Huid de ese abatimiento, hijos!