-
Hacía tiempo que había descubierto que cuando una palabra o fórmula se negaba a venir a mi mente lo mejor para ella era pensar en otra cosa: tigres, por ejemplo, o avena. Entonces, cuando la palabra fugitiva menos lo esperaba, volvía a centrar toda mi atención en ella, atrapándola con el haz de mi antorcha mental antes de que pudiera escabullirse de nuevo en la oscuridad.