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Los prejuicios de los hombres descansan en su carácter por el momento y no pueden superarse, ya que forman parte de ellos mismos. Ni la evidencia, ni el sentido común, ni la razón tienen la menor influencia sobre ellos.
Los prejuicios de los hombres descansan en su carácter por el momento y no pueden superarse, ya que forman parte de ellos mismos. Ni la evidencia, ni el sentido común, ni la razón tienen la menor influencia sobre ellos.