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  • Cuanto más tiempo llevo en este trabajo, más me doy cuenta de que las luchas intelectuales no son más que los residuos peligrosos de la vida, que bloquean el corazón de la verdad. La tarea de la apologética es eliminar cuidadosamente ese material peligroso y evitar que se convierta en un fuego destructivo. Una vez hecho esto, el camino hacia el corazón pasa siempre por el camino de la Cruz, el amor de Dios por todos y cada uno de nosotros.