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Cuando un hombre está dispuesto a dejar a un lado los apetitos legítimos del cuerpo para concentrarse en la labor de orar, está demostrando que va en serio, que busca con todo su corazón y que no dejará marchar a Dios si no le responde.
Cuando un hombre está dispuesto a dejar a un lado los apetitos legítimos del cuerpo para concentrarse en la labor de orar, está demostrando que va en serio, que busca con todo su corazón y que no dejará marchar a Dios si no le responde.