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De alguna manera esta locura debe cesar. Debemos detenernos ahora. Hablo como hijo de Dios y hermano de los pobres que sufren en Vietnam. Hablo por aquellos cuya tierra está siendo arrasada, cuyos hogares están siendo destruidos, cuya cultura está siendo subvertida. Hablo por los pobres de Estados Unidos que están pagando el doble precio de las esperanzas rotas en casa y de la muerte y la corrupción en Vietnam. Hablo como ciudadano del mundo, en nombre del mundo que contempla atónito el camino que hemos tomado. Hablo como estadounidense a los líderes de mi propia nación. La gran iniciativa en esta guerra es nuestra. La iniciativa para detenerla debe ser nuestra.