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Si un cuerpo sano y una mente sana, que es tanto como decir salud y virtud, deben preferirse a todas las demás consideraciones, ¿no deberían los hombres, al elegir un negocio para sí mismos o para sus hijos, rechazar aquellos que son malsanos para el cuerpo, y aquellos que hacen al hombre demasiado dependiente, demasiado obligado a complacer a otros, y demasiado sometido a sus humores para ser recomendado y obtener un sustento?