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Los enemigos de Cristo no hacen sino quebrar sus propias cabezas, sobre la Roca puesta en Sión; y la piedra no es removida de su lugar. El diablo no es más que una piedra de afilar para afilar la fe y la paciencia de los santos. Sé que no hace más que labrar y pulir piedras, todo este tiempo, para la nueva Jerusalén.