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  • Esencial para la consecución de estos objetivos nacionales es el imperativo moral de garantizar la justicia social y el respeto de la dignidad humana. La gran tradición bíblica impone a todos los pueblos el deber de escuchar la voz de los pobres. Nos exhorta a romper los lazos de injusticia y opresión que dan lugar a desigualdades sociales flagrantes e incluso escandalosas. La reforma de las estructuras sociales que perpetúan la pobreza y la exclusión de los pobres exige, en primer lugar, una conversión de la mente y del corazón.