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La sociedad está infectada de personas groseras, cínicas, inquietas y frívolas que se aprovechan de los demás, y a las que ninguna opinión pública concentrada en las buenas maneras, formas aceptadas por el sentido común de todos, puede alcanzar; los contradictores y rijosos en las mesas públicas y privadas, que son como terriers, que conciben como deber de un perro de honor gruñir a cualquier transeúnte, y hacer los honores de la casa ladrándole hasta perderlo de vista.