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  • Fisiológicamente, el hombre, en el uso normal de la tecnología (o de su cuerpo diversamente extendido), se ve perpetuamente modificado por ella y, a su vez, encuentra formas siempre nuevas de modificar su tecnología. El hombre se convierte, por así decirlo, en el órgano sexual del mundo de las máquinas, como la abeja del mundo de las plantas, permitiéndole fecundar y hacer evolucionar formas siempre nuevas. El mundo de las máquinas corresponde al amor del hombre satisfaciendo sus deseos y anhelos, es decir, proporcionándole riquezas.