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Al destruir la economía campesina y expulsar al campesino del campo a la ciudad, la hambruna crea un proletariado... Además, la hambruna puede y debe ser un factor de progreso no sólo económico. Obligará al campesino a reflexionar sobre las bases del sistema capitalista, demolerá la fe en el zar y en el zarismo y, en consecuencia, a su debido tiempo, facilitará la victoria de la revolución... Psicológicamente, toda esta palabrería sobre alimentar a los hambrientos y demás refleja esencialmente el sentimentalismo azucarado habitual de nuestra intelectualidad.