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Todos los medios por los que se comunican las personas pueden ser objeto de explotación por parte de quienes tienen intenciones ilegales. Sin embargo, esto no es motivo para entregar al Gran Hermano las llaves que abran nuestros diarios electrónicos, abran nuestros registros de cajeros automáticos, lean nuestros historiales médicos o traduzcan nuestras comunicaciones internacionales.