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  • Un Estado totalitario es, de hecho, una teocracia, y su casta dirigente, para mantener su posición, tiene que ser considerada infalible. Pero como, en la práctica, nadie es infalible, a menudo es necesario reordenar los acontecimientos pasados para demostrar que no se cometió tal o cual error, o que tal o cual triunfo imaginario ocurrió realmente.

    George Orwell, Keith Gessen (2009). “All Art Is Propaganda: Critical Essays”, p.259, Houghton Mifflin Harcourt