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Al principio nunca me gustan las fotos mías. Vivo con ellas tres meses, las meto en un cajón, las saco y las vuelvo a mirar. Odio mi aspecto, pero en realidad no es tan malo.
Al principio nunca me gustan las fotos mías. Vivo con ellas tres meses, las meto en un cajón, las saco y las vuelvo a mirar. Odio mi aspecto, pero en realidad no es tan malo.