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El leñador lee la sabiduría de los siglos grabada en el papel que guarda su cena, y luego enciende su pipa con él. Cuando pedimos un trozo de papel para el uso más trivial, puede tener las confesiones de Agustín o los sonetos de Shakespeare, y no lo observamos. El estudiante enciende su fuego, el editor empaqueta su baúl, el deportista carga su arma, el viajero envuelve su cena, el irlandés empapela su chabola, el colegial pica el yeso, la bella se recoge el pelo, con los pensamientos impresos de los hombres.