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A lo largo de la historia, los hombres han intentado jugar a ser Dios trasladando conejos, cabras, gorriones, mangostas y un centenar de otras especies a islas oceánicas y continentes insulares, y más tarde han deseado a Dios no haberlo hecho.
A lo largo de la historia, los hombres han intentado jugar a ser Dios trasladando conejos, cabras, gorriones, mangostas y un centenar de otras especies a islas oceánicas y continentes insulares, y más tarde han deseado a Dios no haberlo hecho.