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Así es la vida. Es ser enviado de viaje por un Dios amoroso, que espera en casa nuestro regreso y está ansioso por ver las diapositivas que tomamos y oír hablar de los amigos que hicimos. Cuando viajamos con los ojos y los oídos del Dios que nos envió, veremos paisajes maravillosos, oiremos sonidos maravillosos, conoceremos gente maravillosa... y estaremos felices de volver a casa.