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Algún intelecto supercalculador debe haber diseñado las propiedades del átomo de carbono, pues de lo contrario la posibilidad de que yo encontrara un átomo semejante a través de las fuerzas ciegas de la naturaleza sería absolutamente minúscula.
Algún intelecto supercalculador debe haber diseñado las propiedades del átomo de carbono, pues de lo contrario la posibilidad de que yo encontrara un átomo semejante a través de las fuerzas ciegas de la naturaleza sería absolutamente minúscula.