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La triste noticia es que nadie te debe una carrera. Tu carrera es literalmente tu negocio. Eres el único propietario. Sólo tienes un empleado: tú mismo. Tienes que aceptar la propiedad de tu carrera, tus habilidades y el momento de tus movimientos.
La triste noticia es que nadie te debe una carrera. Tu carrera es literalmente tu negocio. Eres el único propietario. Sólo tienes un empleado: tú mismo. Tienes que aceptar la propiedad de tu carrera, tus habilidades y el momento de tus movimientos.