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Creo que la pena es como un sofá muy feo. Nunca desaparece. Puedes decorar a su alrededor; puedes ponerle una blonda encima; puedes apartarlo a un rincón de la habitación... pero, al final, aprendes a vivir con él.
Creo que la pena es como un sofá muy feo. Nunca desaparece. Puedes decorar a su alrededor; puedes ponerle una blonda encima; puedes apartarlo a un rincón de la habitación... pero, al final, aprendes a vivir con él.