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Nunca hay un momento en toda nuestra vida, desde el día en que confiamos en Cristo hasta el día en que lo vemos, en que Dios no esté anhelando bendecirnos. En cada momento, en cada circunstancia, Dios nos está haciendo el bien. Nunca se detiene. Le da demasiado placer. Dios no está esperando a bendecirnos cuando terminen nuestros problemas. Él nos está bendiciendo ahora mismo, en y a través de esos problemas. En este momento exacto, Él nos está dando lo que Él piensa que es bueno.