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  • Quien se aísla de la Iglesia, es decir, del cristianismo en su conjunto, de la historia del dogma en su totalidad, pierde la verdad de la fe cristiana. Esa persona se convierte en una rama que se desprende del árbol y se marchita, un órgano que se separa del cuerpo y, por tanto, está condenado a morir. Sólo en la comunión de los santos puede comprenderse la longitud y la anchura, la profundidad y la altura del amor de Cristo.

    Herman Bavinck (2003). “Reformed Dogmatics : Volume 1: Prolegomena”, p.79, Baker Academic