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Una nación tiene un alma, un principio espiritual. Uno está en el pasado, el otro en el presente. Una es la posesión de un rico legado de recuerdos; la otra, el deseo de vivir juntos y de valorar el patrimonio común.
Una nación tiene un alma, un principio espiritual. Uno está en el pasado, el otro en el presente. Una es la posesión de un rico legado de recuerdos; la otra, el deseo de vivir juntos y de valorar el patrimonio común.