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Pregúntenle a cualquier mexicano, a cualquier puertorriqueño, a cualquier negro, a cualquier pobre, pregúntenle a los miserables cómo les va en los pasillos de la justicia, y entonces sabrán, no si el país es o no justo, sino si tiene o no algún amor por la justicia, o algún concepto de ella. Es cierto, en cualquier caso, que la ignorancia, aliada con el poder, es el enemigo más feroz que puede tener la justicia.