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En cierto modo, perdonar es sólo para valientes. Es para aquellas personas que están dispuestas a afrontar su dolor, aceptarse a sí mismas como permanentemente cambiadas y tomar decisiones difíciles. Los que perdonan no se conforman con quedarse atrapados en un atolladero. Rechazan la posibilidad de que el resto de sus vidas esté determinado por los actos injustos y lesivos de otra persona.