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El destino nos acecha con deprimente monotonía desde el vientre materno hasta la tumba y, cuando menos lo esperamos, nos asesta por la espalda una serie de golpes demoledores.
El destino nos acecha con deprimente monotonía desde el vientre materno hasta la tumba y, cuando menos lo esperamos, nos asesta por la espalda una serie de golpes demoledores.