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Si al satanismo real se le permitiera el tipo de tiempo de televisión que el cristianismo tiene ahora, el tipo de extensión y paciencia que los entrevistadores dan a las figuras del deporte, o el tipo de cobertura que un partido de béisbol recibe, el cristianismo sería completamente eliminado en unos pocos meses. Si a la gente se le permitiera ver la verdad completa e imparcial, incluso durante 60 minutos, sería demasiado peligroso. No habría comparación.