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Siempre odié los programas y las películas de instituto, porque siempre trataban de los chicos guays. Siempre se trataba de citas y sexo, y de todos los chicos populares y guapos. Y los empollones eran dibujos animados supernerd, con cinta adhesiva en las gafas. Nunca vi a "mi gente" retratada con precisión.