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Cuando se habla de humanidad, es fundamental la idea de que se trata de algo que separa y distingue al hombre de la naturaleza. En realidad, sin embargo, no existe tal separación: Las cualidades "naturales" y las llamadas verdaderamente "humanas" crecen inseparablemente juntas. El hombre, en sus capacidades más elevadas y nobles, es totalmente naturaleza y encarna su extraño carácter dual. Aquellas de sus capacidades que son aterradoras y consideradas inhumanas pueden incluso ser la tierra fértil de la que toda la humanidad puede crecer en impulso, obra y trabajo.