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Este estado mental, que subordina los intereses del ego a la conservación de la comunidad, es realmente la primera premisa de toda cultura verdaderamente humana... La actitud básica de la que surge tal actividad, la llamamos -para distinguirla del egoísmo y el egocentrismo- idealismo. Por tal entendemos únicamente la capacidad del individuo para sacrificarse por la comunidad, por sus semejantes.