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  • Un preso vivió en régimen de aislamiento durante años. No veía ni hablaba con nadie y le servían la comida a través de una abertura en la pared. Un día entró una hormiga en su celda. El hombre la contempló fascinado mientras se arrastraba por la habitación. La sostuvo en la palma de la mano para observarla mejor, le dio un grano o dos y la guardó bajo su taza de hojalata por la noche. Un día se dio cuenta de que había necesitado diez largos años de aislamiento para abrir los ojos a la belleza de una hormiga.