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Mi primer trabajo al salir de la universidad fue como asistente editorial en una editorial de New York. Ser asistente editorial es el purgatorio que los aspirantes a editores deben soportar antes de poder ascender en el escalafón y empezar a adquirir libros por su cuenta. Pasé un año archivando papeles, escribiendo textos y mecanografiando cartas de rechazo.