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Si aprenden con facilidad, se les penaliza por aburrirse cuando no tienen nada que hacer; si destacan en algún aspecto sobresaliente, se les penaliza por ser llamativamente mejores que el grupo de iguales. La cultura intenta convertir al niño con un don en una persona unilateral, penalizarle a cada paso, causarle problemas para hacer amigos y crear condiciones propicias para el desarrollo de una neurosis. Ni los profesores, ni los padres de otros niños, ni los compañeros del niño tolerarán a un niño prodigio.