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¡Los enemigos de la vida viva; pequeños liberales trasnochados, temerosos de su propia independencia; lacayos del pensamiento, enemigos de la persona y de la libertad, decrépitos predicadores de carroña y podredumbre! Qué tienen: las cabezas grises, la media de oro, la más abyecta y filistea gentuza, la igualdad envidiosa, la igualdad sin dignidad personal, la igualdad tal como la entiende un lacayo o un francés del año noventa y tres... ¡Y sinvergüenzas, sobre todo, sinvergüenzas, sinvergüenzas por todas partes!