-
El público, con su multitud ansiosa de ser instruida, edificada y tirada de las narices, exige certezas; hay que decirle definitivamente y de forma un poco estridente que esto es verdad y aquello es falso. Pero no hay certezas.
El público, con su multitud ansiosa de ser instruida, edificada y tirada de las narices, exige certezas; hay que decirle definitivamente y de forma un poco estridente que esto es verdad y aquello es falso. Pero no hay certezas.