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La forma más eficaz de atacar el vicio es exponerlo al ridículo público. Las personas pueden soportar las reprimendas, pero no pueden soportar que se rían de ellas: están dispuestas a ser malvadas, pero no les gusta parecer ridículas.
La forma más eficaz de atacar el vicio es exponerlo al ridículo público. Las personas pueden soportar las reprimendas, pero no pueden soportar que se rían de ellas: están dispuestas a ser malvadas, pero no les gusta parecer ridículas.