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Y si no hay coches ni aviones, y si el tío John de nadie está en el bosque al oeste de la ciudad golpeando una codorniz o un faisán; si el único sonido es el lento latido de tu propio corazón, puedes oír otro sonido, y es el sonido de la vida que se acerca a su fin cíclico, esperando la primera nevada invernal para realizar los últimos ritos.