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A veces, para seguir nuestra brújula moral y/o nuestro corazón, tenemos que tomar decisiones impopulares o defender aquello en lo que creemos. Puede ser difícil e incluso aterrador ir contra la corriente, tanto si se trata de un desacuerdo personal con un amigo, pareja o familiar, como de una decisión profesional que afecta a compañeros de trabajo y colegas.