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Se puede renegar y renegar de los vicios que nos sorprenden y a los que nos transportan nuestras pasiones. Pero los que por larga costumbre están arraigados en una voluntad fuerte y anclada en una voluntad poderosa no están sujetos a contradicción. El arrepentimiento no es más que una negación de nuestra voluntad, y una oposición de nuestras fantasías, que nos desvían aquí y allá.