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Nunca he podido cumplir una promesa. No me culpo por esta debilidad, porque la culpa debe estar en mi organización física. Es probable que se haya dado tanto espacio al órgano que me permite hacer promesas, que el órgano que debería permitirme cumplirlas haya quedado desplazado. Pero no me aflijo. No me gustan las cosas a medias. Prefiero tener una facultad noblemente desarrollada que dos facultades de mera capacidad ordinaria.